La parte fundamental para escribir, es leer.
Últimamente leo mucho y eso me permite escribir mejor, pero es el estoicismo lo que me permite mejorar la escritura de una forma muy simple, siendo constante.
La característica clave que define a un gran escritor de uno simplemente bueno es la perseverancia y la constancia en el esfuerzo. Puedes ser bueno pintando, pero si no pintas cada día no alcanzarás la maestría. Puedes ser bueno en el dominio del inglés, pero si no lo hablas cada día te olvidarás de las palabras más básicas y de cómo ordenar las frases en tu mente.
Esto aplica para la escritura también, mi objetivo es escribir una enorme novela de fantasía, con un gran mundo y grandes personajes, el esbozo está hecho desde hace más de quince años, pero la ejecución siempre se postergaba por una sencilla razón, que no era perfecto. La prosa no es perfecta, el diálogo es pobre, no soy como Rothfuss o R.R Martin.
Fue este año, gracias al estoicismo y sus lecciones, que descubrí que no quiero ser como ellos. No quiero ser el mejor autor de fantasía, simplemente un autor de fantasía que se esfuerza y disfruta con sus escritos, que es constante y que mejora un poco cada día.
Quiero ser como Brandon Sanderson.
El nombre del viento es mi obra favorita de fantasía, en mi opinión, es una obra maestra de la narrativa, el temor de un hombre sabio, su continuación, me parece una magnífica obra que mantiene el nivel de su precesora. Como lector que inició sus aventuras con Kvothe en 2009, no puedo sino sentir una enorme decepción con Patrick Rothfuss que, tras más de doce años, no ha conseguido publicar ni una sola línea tras su segundo libro. El autor, víctima de la procastrinación, pasa el día jugando a videojuegos y charlando sobre banalidades y, es más, se enfada, cuando alguien le pregunta (doce años después) cómo avanza el tercer libro. Esto es, directamente, abandonar a su suerte a miles de personas que han pasado años emocionados con las aventuras de Kvothe y que ansían conocer el final de la obra. Rothfuss ha muerto de éxito. Quiere hacer la culminación perfecta de su obra le agobia tanto que no creo que sea capaz de escribir una sola línea.
Mucha gente culpa de la misma forma a George RR Martin, lo cual considero altamente injusto, si bien Rothfuss no ha publicado ni una solo historia decente (más allá de la música del silencio y la historieta sobre bast, un personaje secundario de la trama principal que apenas han pasado sin pena ni gloria.) Martin ha estado inmerso en múltiples proyectos (como escribir el lore entero del videojuego Elden Ring) y ha publicado diversas novelas, cómo la precuela Sangre y Fuego además, está escribiendo a un ritmo coherente con lo que había hecho ahora
96 juego de tronos
98 choque de reyes (+2 años)
00 tormenta de espadas (+2 años)
05 festin de cuervos (+5 años)
11 danza de dragones (+6 años)
Al ritmo que ha ido evolucionando, paso de publicar cada dos años a cada cinco/seis y ahora lleva 12 años sin entrega, pero mientras tanto ha colaborado en las series, y ha escrito varios relatos sustanciales acerca de su mundo, ampliándolo y haciéndolo crecer con fuerza.
Con todo, si que podríamos decir, en última instancia, que Martin también ha muerto del éxito respecto a la publicación de vientos de invierno.
Cuando leí el imperio final de Brandon Sanderson, a principios de año, aluciné, pensé en cómo el escritor podía tener tanta fama, cómo podía ser que un libro tan simple y banal hubiese publicado siete libros SÓLO de esa colección.
Entonces seguí más de cerca a Brandon, escuché entrevistas y descubrí la verdad, Brandon Sanderson es consciente de que ‘El imperio final’ no es un buen libro, ni siquiera intenta sacar pecho sobre él. Nos dice que es un libro y que gracias a él ha podido ir mejorando, escribiendo de forma constante. Conforme vas leyendo la saga, te vas dando cuenta de que Brandon sube el nivel de escritura con cada nueva entrega, y el metal perdido es, sin duda, una maravilla de novela. ¿Su sistema? Escribir cada día. Además él da gracias de que sus primeros libros no fuesen grandes obras maestras al nivel de Martin o Rothfuss, sino que le permitieron empezar su carrera para ir construyendo y mejorándola, poco a poco, palabra a palabra, libro a libro.
¿Y que tiene que ver todo esto con el estoicismo? Pues absolutamente una parte fundamental. La perseverancia.
Los estoicos nos enseñan que, una vez encontramos nuestro porpósito en la vida, debemos perseverar y mantenernos firmes. No para conseguirlo, sino para vivir acorde a él. ¿Tu sueño es ser escritor? Fantástico, no te centres en publicar un libro, sino en disfrutar de escribir día a día, con esfuerzo diario y manteniéndote fuerte ante la adversidad, el éxito llegará solo. Y si no llega, lo aceptarás y vivirás exactamente igual de feliz gracias a la dicotomía de control.
La dicotomía de control nos dice una máxima muy simple pero que muchas veces no pensamos ni le damos el valor que realmente tiene: hay cosas que puedo controlar y cosas que están fuera del alcance de mi control.
Yo no puedo controlar que me vaya a convertir en un exitoso escritor de novelas de fantasía y a tener mis libros en lo más vendido del new york times, pero puedo controlar la frecuencia y la cantidad que escribo cada día. Gracias a entender este concepto me he puesto manos a la obra, he abierto mi propia web para publicar estos artículos de opinión y pequeños relatos y también he decidido seguir mi propósito con entusiasmo, sabiendo que podemos disfrutar del camino, que es lo que controlamos y desligarnos del resultado, que nos es indiferente porque no podemos controlarlo.
Otra de las enseñanzas estoicas que me hacen querer escribir a diario y mejorar mi escritura es la reflexión constate y diaria sobre la muerte: Memento Mori. Este es un tema que siempre me ha acongojado y decidía apartar de mi cabeza, hasta que descubrí el enfoque estoico. Pensar en la muerte nos ayuda a priorizar lo que es importante en nuestro día a día. Pensar en la muerte no para agobiarse ni asustarse, sino para vivir al máximo, para exprimir cada segundo y no malgastar nuestro limitado tiempo en cosas que no están alineadas con nuestro propósito. ¿Para que voy a dedicar horas a ver televisión? ¿Para qué voy a gastar mi tiempo haciendo scroll infinito en redes sociales? Mañana podría morir, y lo habría hecho sin escribir estas lineas, sin abrazar a mi familia, sin dedicarme a lo que realmente me importa, mirando un baile estúpido en una pantalla diminuta.
Darme cuenta de estas cosas ha sido muy revelador y me ha permitido empezar a realizar acciones, en lugar de simplemente planificarlas. Escribir, en lugar de pensar en qué escribir. Crear la web, en lugar de pensar en mi cabeza cuál seria la repercusión que podría tener y escribir estas líneas, en lugar de pensar qué podría pensar la gente cuando las lea.
Seguramente estas líneas no serán sin duda mi mejor trabajo, de hecho, la redundancia en líneas escrita en dos ocasiones prácticamente seguidas (tres si contamos el ejemplo) ya lo atestigua. Sin embargo es práctica, práctica diaria para mejorar y llegar a ser mi versión de mejor escritor que ayer. Y eso es todo lo que necesito ser.